domingo, 17 de julio de 2011

Luchar...

A las 2 de la mañana, intentando que las palabras no se me escapen, aqui estoy escribiendo...
Mi panorama es oscuro. "Luchar" va de la mano con "resistir"...
Siento un gran peso sobre mí. La residente debe volver a sus labores, la mujer debe seguir siendo mujer y aparentar que todo está bien, la hija debe dejar de angustiar a sus padres, la hermana debe callar y dejar de quejarse, la amiga debe ser valiente...
¿Y la persona? ¿Dónde quedó?
La persona debe tragarse su sufrimiento, debe soportar estoicamente la prueba, vivir la vida como si no existieran ni el dolor, ni el sufrimiento, ni la tristeza... ¿Y cómo me trago la tristeza?
¿Se ha comprendido contra cuantas cosas he de luchar el día de hoy, casi a las 3 de la mañana?
En la noche, lucho contra las pesadillas, el alternar entre el insomnio o la somnolencia, las ganas de llorar, el deseo de huir - a medianoche, caray - el dolor, la tristeza y la misma ira, que no se va. En el día, la somnolencia, el dolor, la tristeza y la ira - que parecieran gemelas -, la depresión, la ansiedad, el miedo y el estrés.
Y me quedan 10 días para hacerme a la idea, psicologicamente hablando, de que tengo que ser intervenida.
Es la primera vez que me sucederá. No, no me voy a echar para atrás. De hecho, mas bien digo que al mal paso, darle prisa. Pero todo me es tan adverso... No quiero volver a la residencia así, me siento triste y abandonada, incomprendida, sola... Y aunque me canten millones de veces que no lo estoy, lo sigo sintiendo. Es MI batalla, yo la estoy peleando SOLA. Nadie siente todo esto. Y no le puedo cantar a todo el mundo que estoy deprimida porque ya conozco las respuestas, unas amables, otras hirientes, de quienes me rodean...
Porque si no es una cosa, es otra. Ya me sé la cantaleta. Que alguien me diga si no se sentiría deprimido si sintiera dolor las 24 horas...
Y sigo viviendo. La vida no se detiene. Pero...
¿Cómo detienes todo esto...? Lo único que queda, aunque no puedas detenerlo, es seguir luchando por vivir lo mejor posible. Luchando, lo que hago es resistir. Cada día. Todos los días. Frente, ante, contra y a pesar del mundo.
Esa es la Brenda de siempre, ¿no? Porque aunque llore, patalee, me enoje, grite y vocifere, sigo de pie.

2 comentarios:

  1. Tienes razón Brenda. Es terrible perder la salud. Cuando estamos enfermos nuestro cerebro se desboca como si estuviera siendo perseguido por un enjambre de belicosas abejas africanas. No descansan las neuronas de dar vueltas sobre lo mismo pensando en las cosas que nos preocupan y/o que nos pueden salir mal. Cuando nos aqueja una enfermedad crónica vivimos como inmersos en una eterna pesadilla que nos hace repetir hasta el cansancio siempre la misma escena desagradable como si estuviéramos encarnando al pobre de Prometeo en su terrible castigo. Esos asuntos obsesivos de los que se ocupa empecinadamente el cerebro a nuestras espaldas lo incapacitan para ejercer su más importante tarea que es la de gobernar bien el cuerpo. Desafortunadamente miles de años de evolución lo han capacitado para responder casi involuntariamente a los estímulos que recibe del exterior. Cuanto más si estos vienen acompañados de dolor. Animo Brenda. Muéstrale a esa materia gris plegadiza propensa a la hiperactividad otros estímulos interesantes, quién quite y se olvide, aunque sea por un ratito, de su apetito por las preocupaciones que le provoca el dolor. Por eso no fui médico. Ustedes no se pueden engañar a sí mismos cuando se enferman. Bien reza el dicho: el que nada sabe nada teme... y el que sabe mucho de todo se preocupa. Te envío un abrazo y mis mejores deseos.

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  2. Vaya que mi cerebro y yo somos hiperactivos! ;) Por supuesto que me distraigo, busco leer cosas no médicas sobre todo cuando tengo dolor. Mi problema es precisamente que sé de mas en la cuestión médica. Muchas gracias por sus deseos... que el 27 del presente los necesitaré :P Un abrazo.

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